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Cómo transformar en una década nuestro sistema de producción

Publicado por AdmonVlc
jueves, 23 de julio de 2020 a las 10:47

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Cuaal es tu energía del futuro

¿Cual es tu energía del futuro?

La salida de la crisis económica generada por la pandemia será verde, pero la recuperación exigirá cambios que van más allá de las millonarias inyecciones económicas. Ethic y Signus reúnen a un grupo de expertos junto al secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, para analizar la Estrategia España Circular 2030, que busca poner los mimbres para una revolución completa de nuestra manera de consumir y gestionar los recursos naturales.

A escala humana diez años pueden parecer una eternidad, pero para la Tierra son menos que un parpadeo. Aunque haya quedado demostrado que en ese brevísimo lapso de tiempo nuestra especie es capaz de infringirle un enorme daño al planeta y sus recursos, también puede intentar minimizarlo. Todo lo vivido en los últimos meses ha distorsionado aún más nuestra percepción temporal, pero 2030 está ya llamando a la puerta. Con ese horizonte se ha planteado la recién aprobada Estrategia Española de Economía Circular, que pretende ser un paso firme hacia la necesaria transformación de nuestro sistema productivo en uno más sostenible para todos.

Si una línea es una sucesión continua de puntos en el espacio, la estrategia España Circular 2030 tiene la ambiciosa misión de recorrer el camino inverso: hacer de la línea un punto –o, mejor dicho, un círculo– y «superar la economía lineal e impulsar un nuevo modelo en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible». Una tarea titánica que implica transformar por completo el patrón socioeconómico de comprar, usar y tirar que ha imperado durante las últimas décadas, y que no podrá completarse sin la colaboración y voluntad de todos los agentes que forman parte de la sociedad a nivel individual y colectivo, público y privado.

Analizar cómo conseguirlo era el objetivo principal del debate España Circular 2030: Cómo transformar (en una década) nuestro sistema de producción, organizado por Signus y Ethic, en el que expertos se reunieron para analizar la puesta en marcha de esta estrategia y poner sobre la mesa la mejor forma de pasar «de las musas al teatro», como definía el editor de Ethic Pablo Blázquez en su introducción.

«Las sinergias son clave para dar el salto y sustituir el modelo antiguo por el nuevo. En un salto tan radical como pasar de la economía lineal a la circular, la ejemplaridad es y tiene que estar en el inicio del proceso: si la Administración no es capaz de trasladar dinámicas de circularidad, será difícil que exija a los demás que lo hagan», reconocía Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, perteneciente al Ministerio para la Transición Ecológica y responsable de la puesta en marcha de una estrategia que, traducida a cifras y objetivos, permitirá reducir en un 30% el consumo nacional de materiales, mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua y recortar un 15% la generación de residuos respecto a 2010. Estos ahorros situarán las emisiones de CO2 del sector residuos por debajo de los diez millones de toneladas en el año 2030, según estiman desde el ministerio.

«Es importante que las instituciones pongan en marcha programas para impulsar el desarrollo de una economía circular que permita aprovechar nuestros recursos o darles una nueva aplicación. Y para ello se necesita un marco legislativo», reclamaba por su parte Gabriel Leal, director general de Signus, que pedía una mayor concreción normativa, planes de acción y medidas presupuestarias para avanzar cuanto antes en cada una de las líneas definidas por la estrategia. «Es cierto que quizá haya llegado un poco tarde pero, ahora que tenemos un horizonte, debemos actuar para cambiar las cosas antes de 2030», pedía.

Como detalla la estrategia, esa concreción se materializará a través de sucesivos planes de acción trienales que permitirán ir avanzando en zonas y sectores concretos, desde la agricultura a la moda pasando por el sector de la construcción, especialmente problemático al no haberse previsto qué hacer con los residuos tras el boom inmobiliario. «Necesitamos que los sectores reconozcan yacimientos de reaprovechamiento y reincorporen en su publicidad la necesidad de implantar cambios en los modelos de consumo, algo que será el elemento sustancial que determinará el éxito o fracaso de la economía circular», apunta Morán, que concluye: «No sabemos cuánto tiempo nos llevará hacer ese cambio, y cuanto más tiempo tardemos, más recursos tendremos que invertir. Debemos construir una estructura de complicidad muy amplia en la que los espacios de debate, análisis y diagnóstico son necesarios para chequear los planes trienales y superar las barreras del BOE y poder llegar a la ciudadanía».

Una recuperación verde

Lejos de posponer el impulso de la sostenibilidad en pos de otros asuntos relacionados con la emergencia sanitaria, la llegada de la COVID-19 puede –y debe– servir como palanca para cambiar un sistema que, más que nunca, ha de apostar por la circularidad para conservar la salud de un planeta que ya nos ha dado muchos avisos.

«La economía lineal es eficiente en costes, pero es incompetente en las cuestiones sociales y ambientales. La palabra eficiencia ha quedado obsoleta y ahora de lo que debemos hablar es de resiliencia. La pandemia ha expuesto nuestra vulnerabilidad como sociedad global: pensábamos que con ser más eficientes bastaría, pero con el tsunami provocado por el coronavirus hemos comprobado que no habíamos trabajado en ser más resilientes», apunta Nicola Cerantola, CEO de Ecologing, que cree que este nuevo marco regulatorio, acompañado de los avances tecnológicos, pueden ser una buena ocasión para dar el empujón definitivo a la regeneración en todo el país. «Hace apenas unos años creer en la economía circular era poco menos que un acto de fe, pero hoy se han habilitado mecanismos que hacen que sea una posibilidad y no una utopía», sostiene.

Dentro de esa nueva realidad que ha dibujado la pandemia, la salida verde de la crisis del coronavirus jugará un papel fundamental en España, pero también en Europa. A todas las medidas enmarcadas dentro del Green Deal –el ambicioso proyecto capitaneado por Ursula von der Leyen para alcanzar la descarbonización total antes de 2050– se unen también ahora los fondos de recuperación que supondrán una inyección económica de más de 750.000 millones de euros, de los que más de 140.000 podrían terminar en nuestro país. «Estos fondos serán una oportunidad para nuestras empresas para crear y apuntalar la transición ecológica, y por eso necesitamos un nuevo marco regulatorio y recursos para ponerlos en marcha. Es el momento de apostar por la coordinación y ayudar a las empresas a preparar planes que les permitan el acceso a esta financiación», señala Mónica Chao, presidenta de WAS (Woman Action Sustainability), que considera que es una oportunidad de oro para hacer de la necesidad virtud y renovar la Unión Europea poniendo como clave de bóveda la economía circular.

Coincide con ella Diego Vizcaíno, socio director del área de Economía Aplicada en Analistas Financieros Internacionales (AFI), que también considera que estamos en un punto de inflexión para transformar la estructura de la economía española, sobre todo si tenemos en cuenta que las previsiones para este año indican que nuestro país se verá más afectado que el resto –se espera que el PIB caiga más de un 10% este año, más aún si se produce un rebrote en otoño–. «Es una oportunidad para cambiar la manera en la que administramos nuestros recursos, algo que no solamente es bueno para el medio ambiente, sino que puede contribuir para usarlos de manera más eficiente y ser más productivos en el futuro», considera el experto que, más allá de los aspectos legislativos, ve de forma muy positiva que se establezcan marcos normativos como esta estrategia. «Es una señal de la orientación de la política pública, y eso siempre es bueno en el plano de orientar a las empresas para que dirijan seguras sus inversiones: ahora más que nunca es necesario tener clara la dirección hacia la que tenemos que ir», añade.

Saltar los obstáculos, coger impulso

Sin embargo, en la práctica, existen piedras que entorpecen el camino hacia una economía descarbonizada y circular en la que nadie se quede atrás. Si la opinión pública y el sector financiero ya son conscientes de los enormes riesgos del cambio climático –basta con ver las conclusiones del World Economic Forum celebrado a principios de año–, quizá ahora sea el momento de intentar que la circularidad siga el mismo camino. «Necesitamos que exista una COP de economía circular al igual que la hay sobre medio ambiente. La ciencia es lo más democrático que hay, y existen indicios de sobra para ver que no hemos desvinculado el crecimiento económico y la gestión de residuos. Es la hora de entender los riesgos de la economía lineal y la presión que ejerce sobre los recursos naturales», reclama Elena Ruiz, Coordinadora del Grupo de Acción de Economía Circular de Forética. Vizcaíno añade, por su parte, que si no hay un cambio real antes de que lleguen los fondos de recuperación, estaremos financiando un statu quo que supondría pegarse un tiro en el pie a largo plazo. «Hay empresas capaces y proyectos brillantes en España, pero tenemos que ser ágiles, trabajar y hacer una planificación común para no dejarlo pasar», explica, mientras recuerda los tibios resultados del reciente plan Juncker, que no ha obtenido la absorción esperada en España, pese a ser uno de los países que más puntos tenía para desarrollar proyectos verdes.

Como señala Ruiz, uno de los aspectos en los que hay que ponerse manos a la obra es en la medición, así como en ajustar sus estándares para unificarlos en toda Europa, algo que nos permitiría tener una foto nítida del tablero de juego, algo en lo que los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuya brújula también apunta a 2030, juegan un papel fundamental. Definir criterios comunes para saber qué es el ecodiseño –aproximadamente el 80% de los impactos que va a tener un producto se define en la fase de diseño–, tener una noción común de reciclabilidad o establecer criterios para armonizar los porcentajes de residuos que van a vertedero. «Estamos en un momento sin precedentes para la sostenibilidad. Es la hora de que aparezca alguien que sea capaz de movilizar a los jóvenes y a todos los ciudadanos para empezar a cambiar las cosas y asumamos todos que el mejor residuo es el que no se genera. Necesitamos una Greta de la economía circular», plantea.

Si la buena noticia es precisamente que la sociedad es más consciente que nunca de la urgencia de actuar contra el cambio climático y establecer cambios reales en el modelo de producción y consumo, la mala es que no tenemos tiempo de esperar a que aparezca esa figura carismática que lidere el cambio: tenemos que hacerlo nosotros mismos, tomando decisiones individuales y exigiendo medidas firmes y rápidas a los representantes políticos. «Con la COVID-19 hemos comprobado que, si hay voluntad, podemos tomar decisiones rápidas, pero también hemos comprendido que no podemos solucionar problemas globales desde una perspectiva local o regional, porque de nada sirve que España, Portugal o Indonesia tomen medidas si otros países no las toman y contagian al resto. Con esto sucede igual: si no cumplimos todos con lo marcado por los ODS, no servirá de nada», advierte Cerantola. Y concluye: «Dentro de muy pocos años, la tecnología cambiará modelos de negocio, habrá víctimas, se perderán puestos de trabajo y tendremos que reinventarnos. De no hacerlo ya, el recorrido será corto».

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